12 julio 2017

Ibrahim, Antonio Gómez Hueso

En mitad del desierto, en el más hiriente resplandor de la vasta arena, rodeado por el silencio seco esparcido por el polvo viento, supo Ibrahim del gran vacío que ocupaba su ser completo. Y esta revelación le hizo ser un hombre nuevo. Ya nada fue lo mismo: el horizonte adquirió sentido, las dunas le señalaban una senda segura, todo le fue revelado.
Y una noche estrellada, al amparo de los dormidos elementos, Ibrahim ascendió desde el suelo al cielo.
Antonio Gómez Hueso
España
Torredonjimeno, Jaén, 2 de agosto de 1953

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